En estas absurdas
mañanas
en las que me
despierto llorando
a pesar del montón de pastillas,
sé que tú vendrás
silencioso,
apoyarás mi cabeza en
tu pecho
y secarás cada lágrima
con un beso
hasta que yo me
tranquilice.
Nos miraremos a los ojos
en silencio,
nos reconoceremos
y planearemos un
plácido paseo matutino
como los de antes.
Simplemente, tú
existes solo en mis sueños
y yo tengo que tomarme
las pastillas
para que los
vigilantes estén tranquilos;
tengo que secarme las lágrimas
de cualquier forma,
posible e insistente
y seguir intentando hacerme la fuerte.