Mostrando entradas con la etiqueta pensamientos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pensamientos. Mostrar todas las entradas

martes, 3 de septiembre de 2024

24. UN VIAJE INOLVIDABLE

 


Se acababa de morir mi madre, y yo estaba mucho más rara de lo normal.

Mi padre, conmigo, nunca dejó de ser el más generoso del mundo, y un día me dijo que hiciera una maleta más o menos grande, que nos íbamos a muchos sitios, él y yo. Me puso nerviosa, pero no me dejó preguntar, sólo me señaló la maleta.

La hice, claro, con la ayuda de las tatas Anselma y Valentina, que se habían convertido en mamás sustitutas, y menos mal.

Y un buen día aquél magnífico tren paró en la Gare du Nord, ¡en París! Mi ciudad favorita del mundo.

Aparte de las maravillas de París (nunca olvidaré la subida a la Tour Eiffel, ni le Sacre-Coeur, ni Montmartre, ni los bateaux-mouches deslizándose por el Sena), unos días más tarde volamos a Bélgica. En Bruselas para entonces se celebraba aquella maravillosa exposición del Atomium, en el que también estuvimos por dentro, en sus restaurantes y exposiciones, cenando en plan de mayores.

De Bruselas pasamos a Gante y a Brujas, dos ciudades mágicas que no olvidaré nunca. Para finalizar, Niza y Venecia, también inolvidables, como todo el mundo sabe. No me siento capaz de describir más este viaje.

Y el más inolvidable, mi padre.



-----------------------

Curso de escritura creativa AFDA. 19 agosto 2024.


viernes, 19 de julio de 2024

19. LA MÚSICA

 


Escuchar música, para mí, significa armonía, tormenta, suavidad, levedad, voz de montañas, rumor de mares, brisa entre los árboles. Pero cada vez que escucho música comprendo menos la evolución del ser humano.

Ese ser humano que apareció en la tierra como animal, que ha ido evolucionando en tantos tipos de hombre/mujer, que él mismo ha inventado esa música que yo escucho absorta. Y también la literatura, la escultura, la pintura, la ciencia. Sobre todo estos acordes mágicos que pueden llevarme a mundos ignotos.

Ese ser humano que ahora veo en franca decadencia. Buscando a ciegas su autodestrucción en este mismo momento.

¿Qué misterio habrá dentro de todo esto?



------------------------------------

Curso de Escritura AFDA. Julio 2024.

17. VECINOS DE PISO

 


Yo suelo decir que somos una familia bien avenida, pero muy independiente. Me refiero a a la parte de la familia que vivimos juntos, o sea, Abu, Mamá y Nieto.

¿Por qué muy independiente? Porque en casa hay 3 teles, 3 ordenadores, 3 teléfonos, 3 de casi todo, y una pagadora, que soy yo, la Abu. Eso sí, nos vemos a la hora de comer. Y hay de todo. Aparte de macarrones, verduras y esas cosas, hay días de gritos, días de lloros y días de risas.

Terminado el postre, cada uno a su cuarto y hasta el día siguiente. Familia que vive unida... en fin, los refranes.



------------------------

Curso de Escritura AFDA. (Sin fecha)

14. DISCAPACIDAD

 


"Estacionó su auto y recibió una fotomulta: La sombra invadía un lugar para discapacitados"

Soy discapacitada y conozco muy bien esta sombra, que vaga por toda la ciudad, eligiendo a la gente que donde aparcar se la suda. Que hay mucha.

Tampoco me fío mucho de las fotomultas. Si verdaderamente fueran útiles, tendrían un trabajo enorme. Sí, porque en esta ciudad las normas están hechas para no cumplirse.

Respecto a las normas sobre discapacidad, por ejemplo, desafío a quien quiera, porque el tema me interesa, obviamente, y camino mucho:

¿Cuántos portales de Zaragoza están habilitados, con rampa en lugar de escalon/es? Puedo contestar que, si se sale de la zona Centro, casi ninguno. Y no pasa nada. Únicamente las obras nuevas, que, claro, tienen las normas a la vista.

Y las entradas a las tiendas, a los estudios, a las galerías de arte... que trato de frecuentar a menudo.

En las zonas que tienen rebajadas las aceras, muchos dejan dos dedos de altura: deben pensar, esto lo salta cualquiera. Y si por casualidad ese día no vas mirando fijamente al suelo, la silla o el andador para violentamente, y tú puedes salir despedida por encima.

Al ayuntamiento, o a quien corresponda, una vez cubierta la cara que más se ve, que es el centro de la ciudad, todo lo demás le importa bastante poco. Y discapacitados viven en todos los sectores, barrios o lo que sea. Con los mismos derechos que los que caminan simplemente con sus dos piernas.


----------------------------------------

Curso Escritura AFDA. 17-07-2024

10. MI HERMANA SEGUNDA



Mi hermana y yo, primera y segunda de cinco, nos llevábamos como el perro y el gato.Los padres, que a veces son tontos, nos pusieron en la misma habitación, donde volaban las bofetadas y los empujones. En las comidas familiares, cuanta más gente había, mi hermana segunda procuraba sacar todos mis fallos y errores, que la verdad es que no eran pocos.

El tema, si era posible, empeoró con mi matrimonio y mi divorcio. Primero, porque mi novio era de su pandilla, y luego, porque al quedarme sola con tres niños y sin un duro, procuraba humillarme trayendo la bolsa de la compra repleta de cosas que no comíamos, sin que yo se la hubiera pedido. Pagaba mis facturas del dentista, enamoró a mi hija mayor haciéndose imprescindible...

Hasta que un día dije basta, le cerré la puerta de mi casa y estuvimos varios años sin vernos.

Cuando la atacó el cáncer y estaba en el hospital, dejé a mi hija y mi nieto solos en casa, fui a hospital y pedí el alta voluntaria. Estuve varios días a la cabecera de su cama, dándole de comer, limpiándola, siguiendo las pautas de los de cuidados paliativos... Hasta que una noche muy agitada murió entre mis brazos.

Creo que es lo mejor que he hecho en mi vida y hablo con ella muchas veces.


-------------------------------

Curso de Escritura AFDA. Sin fecha.

lunes, 24 de abril de 2023

VIAJE A MADRID

Ya he vuelto.

Mi viaje a Madrid ha supuesto una experiencia tan importante e intensa que casi no puedo escribir sobre él. Porque ha sido una experiencia íntima, sobre todo íntima.

Comenzó con los nervios del equipaje. Los enormes dodotis, la muleta, la caja de los oídos, no sólo con los audífonos, sino con muchas cosas impensables para los que no los necesitan. La bolsa de la dentadura, también con todo tipo de artilugios. La caja de las medicinas, de la mañana, de la noche. Algún libro que llevo siempre porsi. Las botas con la plantilla izquierda.

Apenas cabía nada de ropa, un “quita y pon”. Gran tragedia, tan presumida como soy. Menos mal que mi hija me ayudó, y me dejé ayudar; me prestó una maleta grande de mi nieto el deportista, el que calza un 48 a sus quince años.

Hice esperar a mi hijo, que venía dispuesto a no inmutarse ante cualquiera de “las cosas de mamá”. Es un sol. Tuvimos un viaje cómodo y tranquilo, con parada/café y cigarrillo, aunque él ya no fuma. Y llovió a cántaros casi todo el trayecto. No se alteró cuando yo empecé a llorar en el minuto uno. Salieron como un torrente mis emociones, mis nervios. El pánico que le tenía al viaje, a todas mis limitaciones, a no poder hacer muchas de las cosas que tenía previstas.

Al llegar a la preciosa casa nueva de mi hermana, la avisé del estado alterado con el que llegaba. Pero mi hermana es otro de los pilares de mi vida. Al anochecer fuimos con tiempo a la presentación de “Arritmias”, organizada por Relee. Menos mal que pude abrazar a 
Matilde Tricarico y a María José Beltrán. Porque había que estar de pie, había mucha gente y yo me agotaba y no oía nada. Nos tuvimos que ir a casa. No pude abrazar a Eloy Tizón ni a Isabel Cañelles. Bueno, seguro que otra vez será.

Pero al día siguiente yo seguía mal. Me volvió a subir la tensión. Creí (sí, esa que vive en mi interior lo creyó) que me habían robado el móvil en un bar, y organicé un lío de mil demonios para que me lo bloquearan. Lo hicieron. Ya desconectada del mundo, entré a mi cuarto para descansar un poco. Bajo la cómoda, sobre la alfombra, había algo negro, alargado. Nos costó un buen rato deshacer lo hecho y volver a estar conectada. Pero seguía desconcertada, casi desesperada.

La cena con las amigas de mi hermana consiguió iniciar mi recuperación. Son gente estupenda. Gracias Mar, Pepa, Inma, Eugenia, Marisol. Esta última es una nueva amiga maravillosa, vital, libre, un gran descubrimiento. Pude apreciarlo, empezaba a ser yo de nuevo. Les regalé a Julia y Miranda, se pusieron muy contentas.

Una anécdota divertida. Sentada en una terraza, se acercaba un señor vendiendo lotería de navidad. Vi claro que era el momento de comprar. Le dije que no quería saber el número que me daba y comenzamos a charlar, que es siempre lo que más me gusta. Me preguntó si había ido alguna vez a los toros, le dije que sí, me preguntó si me sonaba El Platanito, afirmé de nuevo y me contestó: “Pues aquí me tiene. El Platanito dándole la suerte, para servir a dios y a usted”. Me contó más cosas, pero se quedan para mí. Pedí un Martini blanco, mi bebida favorita de mediodía. Y la tensión que se fuera al cuerno.

Inenarrable fue la tarde con Matilde Tricarico, que vino a casa a pasarla conmigo. Inmediatamente comprendimos que éramos un yo en Italia y su otro yo en España. Indivisibles para siempre.

Y por fin conocí a 
María Tena, en su media hora del desayuno en el trabajo, que convertimos en una hora larga. En la preciosa cafetería del Círculo de Bellas Artes. Ya he dicho que María Tena, aparte de una gran escritora, me parece una gran mujer. Pues cara a cara, muchísimo más. Otra gran alegría.

El viaje terminó muy bien. Me paseé por Chamartin con la muleta en una mano y en la otra, la maleta, que había dejado de ser un problema (claro, ya casi sin dodotis 
😊).

Si no te dejas vencer, no sé si ganas, pero continúas.


 

VERANO DIFÍCIL

 

Decidí dedicar el verano a mi introspección, para averiguar de una vez quién soy --y aceptándolo, por supuesto--. Lo cierto es que ha sido muy duro.

Sin viajes, sin playas, sin conversaciones, sin contactos. Sola conmigo misma y con los medicamentos que iban apareciendo, ante el duro fracaso del anterior. Lágrimas, llanto profundo, miedo, ruidos extraños, fuertes deseos de no levantarte de la cama

Pero había decidido que esta vez iba en serio, y si me digo eso, lo cumplo. Así que he resistido, y un buen día amaneció discretamente mejor, más suave.

Mi hija algo había entendido, no sé si asustada, y se había instalado conmigo, sin preguntar, sin molestar, encantadora como antes. Casi la felicidad. Al final del verano volvió también mi nieto, más grande, si cabe, más guapo, si es posible.

Pero un mediodía, sentados los tres a la mesa, volvieron las lágrimas porque, en plena conversación, fui consciente de que le tenía envidia a mi nieto. ¡Envidia a mi nieto! Sí, porque mi hija le hacía más caso que a mí. Horror.

No había adelantado nada, no había comprendido nada. La voz de mi nuca, a la derecha, sonó seria: ahora no lo puedes dejar. Estás intentando comprender quién eres, sin paños calientes, por fin.

Porque los primeros resultados de mi auto investigación decían que soy una persona envidiosa, a causa del complejo de inferioridad porque mi madre me decía que era fea. Como consecuencia de esto, o paralelamente a ello, surgió la soberbia, para disimular (por lo leído, le pasa a mucha gente que se siente inferior). Y hace años, al tratar de controlar todo este terrible lío, apareció la culpa. La eterna depresión que ha dominado mi vida.

Hace pocos días, yo de estatua en el sillón de orejas, llamó ML, mi amiga/hermana. Se lo conté, naturalmente ¿A quién se lo iba a contar? Ella estaba estupefacta. Solo lograba decir “…no…”, “…yo creo que no…” Pero yo tenía la ecuación totalmente aceptada, interiorizada. Sólo pensaba en cómo ser/hacer de ahora en adelante, con mi complejo, mi envidia, mi soberbia... Lo cierto es que me había quedado tranquila, de nuevo dentro de una campana de cristal.

Hoy ha vuelto a llamar ML.

Y me ha explicado preciosamente que yo no soy envidiosa, que nunca lo he sido. Que nunca he sufrido por desear lo que tiene alguien, incluso querer quitárselo para tenerlo yo. Y le he dado la razón, yo siempre me alegro de la suerte o de las cosas buenas de los demás.

Que lo que soy es celosa (emoción relacionada al miedo de perder algo o alguien). Yo tengo celos del cariño que se tienen los demás, porque no me siento querida, en mi interior. Y esto se gestó en la muerte de mi madre a mis once años (me abandonó, le he dicho a ML por primera vez en mi vida), de mi agresión sexual sin más comentario, y del abandono de mi marido. No me siento querida. Debo decir que últimamente lo había pensado varias veces, y me lo quitaba de la cabeza. Pero es totalmente cierto. He pasado desde los 11 hasta los 74 años dándole vueltas e interpretando, incluso haciendo cosas raras. Pero confío en encontrar recursos para comprenderme y mejorar y, como siempre, tratar de ayudar.

Lo mejor de esta vida es un amigo auténtico, de los de verdad. Amigo/hermano, como nosotras nos llamamos.

 

 

 

SOLA Y SIN MULETAS


 Sola, sin muletas, nada en las manos, deportivas de confianza con la plantilla ortopédica. He dejado en casa una nota: "me voy a caminar, besos". Al llegar a la puerta de la calle me mareaba un poco (ayer tuve mi día sólo fruta), y en el Boticario he pedido un descafeinado con tres churros. Me han traído cuatro. Por un día, la dieta... además los quemaré enseguida.

Sin descansar, he llegado al Parque Grande, nuestro parque amigo, testigo de nuestras vidas, y que he tenido que buscar la Rosaleda (sí, mi cabeza ya no es la misma) y, al final ¡la he encontrado! Sólo quedaban tres o cuatro rosas, eso sí, rojas; pero yo, en aquella mesa concreta, os veía a ti con papá y Elena. Quería haceos una foto, pero me he puesto tan nerviosa que he bloqueado el móvil. Menos mal que mi hija ejerce de ángel de la guarda y, viendo el panorama, grabó en su móvil mi PIN de seguridad; al llegar a casa he recuperado el mío, pero sin foto de la familia en el Parque. Hubierais salido sin mascarillas. Se me ocurre que la mascarilla de ahora debe ser muy parecida a la que llevabas tú cuando fuiste enfermera en la guerra. Tragedias paralelas: la terrible guerra, previsible y anunciada: la pandemia, terrible sorpresa para el Mundo. Bueno, dejémoslo.

Ya sabes que T y yo salimos martes y viernes a caminar, y muchos de ellos vamos al Parque, pero nos solemos quedar en el bar de la entrada, entre los árboles, tomando un vinito y unas aceitunas. Qué bendición que T viva en Zaragoza, ¿verdad? Yo estoy como una mesa que cojeaba, con una pata nueva.

Pero ya vamos caminando menos menos porque yo me canso mucho y tengo que hacer paradas. Ella me complace en todo con su empatía y generosidad. Cómo me hubiese encantado que pudieras conocer más a los tres pequeños. Hubieras sido súper feliz con esas tres magníficas personas. Aunque también sé que los ves y sonríes.

Hoy por fin he comprendido por qué camino mejor sola, con el miedo que me daba. Porque voy en silencio. Las hermanas vamos charlando en todo momento, que es lo que más nos gusta y enriquece a ambas. Pero yo pierdo el aliento, no en balde soy diez años mayor. No pasa nada: T y yo tenemos dos días a la semana para estar juntas y charlar de lo divino y humano; y a mí me quedan tres días para caminar sola y callada. Porque sábado y domingo, según tú decías, se descansa. Qué contenta estoy, madre. Aunque lo sabes, quería decírtelo.

 

domingo, 23 de abril de 2023

LA DICHOSA FRASE DE INICIO

 Sé que le dije: me ha encantado esa frase. Y lo dije de verdad, convencida. Había pensado: qué buena frase para comenzar un relato. Viva, inspiradora.

Últimamente me surge esa idea: fantástico para un relato. Y me pongo contenta, porque parece que el maldito bloqueo se está diluyendo.

 

Me encantó la frase de mi amiga. Pensé “esta no la olvido”. Fue ayer, en nuestra acostumbrada salida nocturna. Hoy me he despertado dispuesta a escribir. Desayuno tranquila -sin el desayuno, nada funciona- haciendo crucigramas, pocos, y abro el ordenador.

 

¿Cuál era la dichosa frase? Paso diez o doce minutos exprimiendo mi maltrecha cabeza. Nada. ¿Cómo puede ser esto, otra vez? Pienso en llamarla: “¿Recuerdas la frase que dijiste en el último bar, y yo te toqué el brazo y te dije: me ha encantado?” Tonto y además poco oportuno, porque hoy estará liada con los preparativos del viaje de vuelta a su tierra. 

 

Con un sol resplandeciente sobre la mesa, además del ordenador, el tabaco y mi botella de agua, decido escribir lo que sea. Lo primero que se me ocurra. Escribir. Abro word.

Justo entonces suena el teléfono. Es ella, mi amiga. Qué maja, siempre me llama antes de irse y también cuando llega. A lo mejor puedo preguntarle...

 

Apenas digo “hola guapa”, la oigo: “Oye, que ya sé que no te vas a olvidar, pero por si: llego este viernes tarde y te llamaré para quedar el sábado ... Pero ¿qué dices de ayer? No entiendo, no te líes:  estoy en Santander con mis sobrinos … Es el próximo viernes cuando llego a Zaragoza, que ya tengo ganas de verte...”

 

 

 

---------------------

Dedicado a Inés