sábado, 14 de septiembre de 2024

27. LA ROPA Y YO




No tengo una prenda de ropa favorita. Toda la ropa del mundo me ha dirigido la vida siempre, para lo bueno y para lo malo. Adoro la ropa. Toda.

Buenos, podemos hacer la excepción del gran mantel de encaje antiguo de mi abuela, que heredé de mi madre en un paquete antiguo de celofán sin abrir, porque ella, con lo que era, no se había atrevido nunca a usarlo. Y ahora lo he puesto en la mesa del salón de mi piso nuevo y me emociono cada vez que lo veo.

Por qué esa manía de preservar las cosas de casa, de no usarlas, de guardarlas en la oscuridad de los altillos, de los cajones? Aparte de poder tener el horrible síndrome de Diógenes, es no saber disfrutar de la vida. En mi opinión, claro.

Si nos referimos a la ropa de vestir, es mi perdición. Soy de esas mujeres que tienen que salir a la calle perfectas, que estar en casa perfectas. Conforme a su estilo personal, claro. Recuerdo mis 14-16 años, estaba enamorada de todo lo francés (y sigo) y llevaba medias negras tupidas y faldas de vuelo floreadas, con un jersey negro de cuello alto, al estilo de Juliette Greco. Y era superfeliz.

Luego empezaron los problemas porque yo quería todo lo que me gustaba, que era mucho, buscando como una loca mi propio estilo, y cuando veía a mi padre predispuesto, decía: --He visto un jersey maravilloso en Carrión, pero creo que era un poco caro... Mi padre siempre me interrumpía igual:

--De dinero no se habla, es de mala educación. Que lo manden a mi cuenta y ya está.

Y justo así comenzaron todos los graves problemas que la ropa ha causado en mi vida. Aunque no os lo creáis. Pero esa es otra historia.



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Curso de escritura creativa AFDA Aragón. Septiembre 2024.