Esta noche he tenido un sueño raro, con el tema de contar-te o no contar-te. Eso que mucha gente llama discreción, palabra que nunca me ha gustado, me parece algo cínica. Además, no sirve para nada, porque siempre hay alguien que se la salta. Y lo cuenta.
No, yo soy partidaria de no tener secretos, de ser transparente. ¿Por qué guardarse cosas, ocultar detalles de tu vida, si al fin y al cabo todos somos iguales, de un modo u otro? (Y, como se ha dicho siempre, dentro de cien años, todos calvos). Yo creo que ser transparente es una característica del respeto. Del auténtico respeto hacia los demás, otra palabra bastante tergiversada.
Creo que nos entenderíamos mejor, seríamos más capaces de ayudarnos de veras, si fuéramos transparentes el uno con el otro. Incluso sería un elemento de aprendizaje humano. Pero no es fácil; a mí, a pesar de creerlo desde muy niña, llegar al convencimiento total me ha costado todo lo que llevo de vida.
Porque ahora se piensa mucho en que hay que ocultar cosas de tu vida ("¿a quién le importa?" "cuanto menos sepan, mejor"), porque si no, quedas en manos de los "malos", de los que van a utilizar tus verdades para hacerte daño. Y es cierto que sucede. Y así ganan siempre, o casi siempre, "los malos". Es lo que, si no estoy equivocada, estamos viviendo en estos últimos tiempos.
A mí no me importa, yo me quedo mucho más en paz, más serena, si todo el mundo sabe todo de mí. Bueno o malo. Lo he contado yo, sin tortura, sin que nadie me haya obligado. No me importa que "lo cuente" alguien más. Siempre será una versión ajena, no la auténtica.
Contar tú misma todas tus cosas es la primera arma que adquieres contra la culpa, tu mayor enemiga. Además, todo lo que se guarda dentro, se pudre. Y es cierto, lo he experimentado. Y cuando, por cualquier avatar de tu vida (que los hay, muchos, diferentes, e inesperados), estallas y aparece lo podrido que llevas dentro, entonces se apoderan de tí la desesperación, la culpa más insidiosa, el sentirte fracasada definitivamente. Y a veces, físicamente, el cáncer.
Y sí, siempre está el "pedir ayuda": psiquiatras, psicólogos. La famosa salud mental. Pero yo, que llevo utilizando esta herramienta la mayor parte de mi vida, estoy convencida de que esta ayuda funcionará siempre dependiendo de la sinceridad interior que tú aportes, de lo dispuesto que estés a contarlo todo, sin dejarte el mínimo detalle. Aunque ya lo sepa todo el mundo.