sábado, 22 de abril de 2023

CÁLLATE

 

Cállate. Estás causando problemas. 


¿Cuántas veces oíste este mensaje en tu cabeza, y no le hiciste caso? Seguías hablando exaltada, enfervorizada. Y luego llegaban los enfados, los malentendidos, las ofensas, que en el fondo no querías causar.


Pero, a veces, sí, ¿verdad? Te encantaba la polémica, lo que llamabas hablar claro. Porque en el fondo eras bravucona, arriesgada. Creías que tú siempre tenías razón.


Ahora, tras muchos gritos, muchas discusiones, la desaparición de algún amigo, estás empezando a aprender que tu verdad no es LA verdad. Ahora intentas respetar las opiniones o convicciones de los demás. Como tú querías que se respetasen las tuyas. Pero lo hacías mal, querida. No se puede imponer nada a nadie, por muy bien que te expreses o mucho poder de persuasión que tengas.


Ya sabes, y aceptas, que no estás por encima ni por debajo de nadie. Has aprendido a mirar de otro modo a la palabra respeto, que tan antigua y desfasada te parecía. Respeto, comunicación, empatía. Una forma de ser, de mostrarte con los demás, que te empezó a dar resultados positivos en cuanto la pusiste en práctica, acéptalo.


Y que te satisface por dentro, te deja en paz contigo misma, no me mientas. Ahora la gente te escucha, a veces te hace caso (aunque eso ya no es importante para ti). Incluso a algunos les caes bien. Qué descubrimiento maravilloso, el caer bien. Durante casi media vida no lograste saber lo que era, a causa de tu verborrea altisonante. Quedaba bien ser una incomprendida, qué ingenuidad.


La voz de tu cabeza ya casi no te dice que te calles. Te dice otras cosas, y tú las consideras o las desechas, después de haber meditado sobre ellas.  Te estás haciendo mayor.