Durante mucho tiempo, a la hora de elegir libros, procuraba seguir los
criterios que entre mi padre -mi maestro literario- y yo, habíamos acordado.
Pero en algún momento decidí elegir libros por mí misma. Los que me llamaban por cualquier motivo, desde cualquier lugar. El libro siempre te llama, y tienes que hacerle caso. No suelo seguir recomendaciones (bueno, de según quien, amigo del alma). Las pocas veces que lo he hecho no han tenido éxito, y esos libros han terminado regalados o en algún banco de los parques y plazas zaragozanos.
Porque la lectura es una aventura íntima. La más importante, en la que solo hay que confiar en ti mismo, en tus experiencias, en tu alma, en tu instinto. Así he descubierto libros maravillosos para mí, y que han cambiado mi vida, pero que, a veces, en el mundo literario habían pasado desapercibidos. Casi nunca he estado de acuerdo con los "cánones" ni con las listas, aunque a la mayoría de las personas les sirven de mucho, es cierto.
Este fin de década, gracias a mi hermana de corazón y a que yo disponía por
fin de algún dinero extra, he conseguido más de diez libros maravillosos, de
los que describo más arriba. He descubierto a Elena
Ferrante, que aún no había llegado a mí, todos tenemos lagunas. Y Stephen Hawking, en sus "Breves respuestas a las grandes
preguntas", me está ayudando a resolver algunas de las mías.
A veces pienso que ya no me queda tiempo para leer todo lo que quiero, pero
la muerte forma parte de la vida.