He vuelto.
Tú me dijiste: aquí estaré siempre, aquí
podrás encontrarme.
Durante todos estos años me he dedicado a
olvidarte. Pero no lo he conseguido. Cuanto más me empeñaba en que
desaparecieras, mis aventuras, mis experiencias, mi soledad, hacían tu ausencia
más evidente.
He intentado convencerme de que esa parte
del mundo donde estás no existe. Que hasta aquí no hay viajes posibles. Como a
Marte o la Luna. He vivido con un agujero dentro y con una playa borrada, con
un pueblo fantasma.
Pero hoy ya no me he resistido más. Al
descubrir mis arrugas en el espejo, he sentido que era el momento de constatar
que tú eres lo más importante de mi vida.
He comprado un billete hacia la playa
borrada, hacia el pueblo fantasma. Sin equipaje, sola yo. Recuerdo hasta las
piedras del camino. Los bosques, las dunas.
He bajado del tren en la estación anterior. Quería llegar caminando a nuestra
casa, divisarla desde lejos, disfrutar de los latidos de mi corazón.
Y aquí estoy. Sé que me esperas, sé que
estás ahí.
Tú me lo dijiste. He visto que en la parte de atrás has dejado una rendija en
nuestra ventana de mirar al mar. Gracias, amor.
Esperaré entre los matorrales hasta que oscurezca, y entraré.
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Foto: Las Landas, de
Marialuisa Oliva-Marzo