En la oscuridad, de súbito, me despierta una voz conocida:
--Pichurri... oye, pichurri...
¡Es él! Pero, ¿cómo va a ser él? Insiste:
--Pichurri...
--Antonio, pero... ¿eres tú?
--Sí, yo, que me quería despedir de tí...
--¡¿Cómo?!
--Sí, si te parece bien
--En fin, chico... Anda, vete
--No, pichurri, díselo a los chicos también
--Antonio, déjalo, por favor. ¿No te han bastado 50 años de separación? ¿Y sin hacer puto caso a tus hijos?
--No, pichurri, es que yo también lo he pasado mal...
--Anda, venga. Tú no has querido a nadie en tu vida. Tú solo te has movido por el puto dinero
--Puede, pero...
--¿Puede? ¿Puede? Mira si será verdad que hasta la bruja de tu segunda mujer te desterró solo a un piso, que parece una novela negra
--Es cierto...
--¿Cómo te moriste solo y abandonado, Antonio? ¿Qué te pasaba? ¿Se te cargó ella?
--Ahora se sabrá...
--¡No me digas! Pues por fin voy a poder forrarme con un novelón.
--Los chicos ya tienen el mercedes...
--No fastidies, Antonio, que el Mercedes tiene tropecientos años, y son cuatro hijos, que menos mal que se han unido
--Eso, eso te quería decir... ahora por fín los chicos han encontrado el trastero que yo tenía y...
--¡No me digas! Digno final... Antonio... ¿Antonio?
--------------------------
Curso de Escritura AFDA. (sin fecha)