El árbol se quejaba por sostener entre sus ramas el nido del pájaro sin recibir recompensa, y el pájaro le contestó:
--Querido amigo, no te quejes, pues procuré construirlo en las partes duras, no en la rama fina, sino en sus principios, que suelen ser de madera.
El árbol se soliviantó:
--Pero no dejas de ser un intruso en mi organismo... !fuera!
El pájaro gorjeó, como riéndose:
--Pero qué egoísta... sabes que no te peso apenas nada, y sabes también que la naturaleza...
El árbol, con rabia, agitó fuertemente sus ramas, tratando de que el pequeño nido cayera al suelo:
--¡No me importa nada de lo que digas! ¡¡Fuera!!
Y por fin, el pequeño nido cayó al suelo. El pájaro acudió rápido a ver si había sufrido muchos desperfectos. Luego miró serenamente hacia el árbol:
--Sólo tengo una ventaja sobre tí: yo puedo volar.
Y majestuosamente echó a volar hacia el infinito.
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Curso Escritura AFDA, novbre. 2004