sábado, 22 de abril de 2023

EL CALLEJÓN

 

Suena por fin el timbre de salida y me abalanzo a la puerta, que no se me escape Mariano, que sale de clase de gimnasia. Descamisado, sudoroso y oliendo fatal. Hoy es el día, tío, le digo. Hoy lo pillamos en el callejón y le abrimos la mochila, que este friki lleva algo raro y la panda tiene que averiguarlo. Mariano pone cara de resignación: tengo que llegar a casa pronto porque… Capta mi mirada furiosa: Bueeeno, vaaaale.

El friki sale y empieza a deslizarse por la calle. Pero nosotros ya estamos parapetados tras la marquesina del autobús, y lo seguimos con nuestro estilo hombre-araña. No nos ve, siempre mira para abajo. En el callejón lo alcanzo: hola, friki. Mariano se porta como un tío, se le abalanza por la espalda con sus noventa kilos y le quita la mochila en un pispas. Él grita: No, nooo, la mochila no. Pero ya es nuestra, el friki es un enclenque. Me hago sangre con la cremallera, pero la abro.

Ostras. Un resplandor enorme ilumina el callejón y nos deja alelados y medio ciegos. El friki mete la mano, coge lo que reluce y, de veras lo digo tíos, se deshace entre la luz blanca y desaparece. Desaparece el friki, desaparece la mochila, desaparece la luz.

Mariano, con un hilo de voz, me estira de la manga: Oye, a que era un bocadillo luminoso, un bocata resplandeciente, como con motor y todo… como una micronave-bocadillo. Me suelto y trato de ponerme de pie: Si, claro, un bocadillo luminoso. Tienes cada cosa, Mariano.

Nervioso, empieza a gritar: Pues sí, lo era y lo era. La culpa es tuya por meterte siempre en todo. Te dije que al friki lo dejáramos tranquilo. Vale que tiene las manos verdes y no se quita nunca la mochila, pero no se metía con nadie. Como ahora se cabree y nos invadan los marcianos.

Agarra su cartera y da dos pasos hacia la esquina: Me voy, que mi madre ya estará mosca. Se vuelve hacia mí, casi con lágrimas: Y oye, aunque mañana vuelva el friki, yo no quiero saber nada. Si se entera mi madre que ando con gente que lleva bocadillos luminosos con motor…

Y me deja ahí, medio ciego y tirado en el callejón.