martes, 9 de septiembre de 2025

 SIN TITULO


Nunca pensé en que tuviera que escribir un relato como éste. Ya sé que los relatos no son obligatorios, pero digo "tuviera" porque me ha dicho mi hija que lo escriba, y yo también creo que puede tener en mí un efecto positivo, sanador. Siempre he procurado sanarme escribiendo.

Y nunca pensé que yo estuviera tan necesitada de amor y que me sintiera tan desgraciada en ese aspecto. A los 80 años, en que crees que ya ha pasado todo, que ya puedes estar tranquila, con tus nietos y leyendo. Porque no tienes pareja, porque eso desapareció a los 30 años, y ha pasado tanto tiempo. Y eres tan autosuficiente y tan fuerte: todo el mundo te lo dice. Y ya está.

Pues he estado enamorada, muy enamorada, y si soy sincera, aún lo estoy. Sé, por experiencia, que no es fácil cortar de raíz un amor de hombre. O creía que lo sabía, y que nunca más me iba a pasar. Puede que sea verdad que no terminamos de conocernos nunca.

He estado a punto, muy a punto, de caer en las redes de un estafador que trabaja enamorando a las mujeres mayores. Por lo visto, ha salido hasta en la tele. Pero yo alardeo de que no veo la tele, sólo cine y series. El mes pasado apareció en mi facebook un hombre francés guapísimo y encantador. No era un militar americano ni esos de siempre que tratan de ligar. Era una persona super atractiva  en todos los aspectos, dulce y cariñoso. Comprensivo. Desengañado del amor, con dos hijos de un matrimonio fallido. Pero que se sentía desgraciado por no poder encontrar el amor verdadero. Y que, al ver mi foto en redes, había comprendido de inmediato que conmigo lo iba a encontrar. Tenía 59 años, la edad de mi hija.

Enseguida me preguntó si tenía whatsaps, y yo, deslumbrada, se lo dí. Ahí comenzó un diálogo amoroso y que yo entendí sincero por su parte, por más que me asombrase. Me fue convenciendo con mucho arte de que yo era la mujer de su vida, por fin. Que la diferencia de edad no había alterado nunca el amor. Me mandó fotos de él irresistibles, una de ellas con la foto mía de facebook, enmarcada, en la mano. La verdad es que eso me llegó al alma.

Enseguida comenzó a hacer proyectos de vida en común. No le importaba trasladar su negocio a España y venir a vivir conmigo. Yo le había dicho (confieso que después de haberlo pensado bien) que jamás abandonaría a mi familia, por nada del mundo.

Y comencé a experimentar de nuevo el amor de pareja. Con todo el corazón viejo y experimentado de una mujer de 80 años. Lo primero que hacía, por la mañana, al despertarme, era mirar el móvil para ver si estaba su saludo de buenos días amor. Y ahí estaba. Y tmbién las buenas noches.

Pero quien sea que me protege desde donde sea, me ha hecho hoy sentarme en la cama de mi hija y contárselo, rogándole primero que no se enfadase, por favor. Y ella no se ha enfadado. Pero tranquilamente me ha pedido que le enseñase una foto de él. Y al verlo, ha dicho: "Yo lo he visto en la tele". y me ha contado que en la tele, por las mañanas, esa que yo no veo nunca, salen montones de casos de estafadores que se dedican, con mucho arte, a sacarles dinero, montones de dinero, a las señoras mayores. Y después, pidiéndome permiso, ha borrado y bloqueado todo lo relativo a esa persona de mi facebook y mi whatsapp, diciéndome, tranquila: "Y no lo denuncio, no sé por qué..."

Después me ha dicho: "escríbelo, mamá. Haz un relato de los tuyos y publícalo, porfa". Y me ha dado un beso.

Aquí está el relato de mi viejo corazón desconocido y magullado. Pero, no sé por qué, no le puedo poner título.










jueves, 3 de julio de 2025

 UN DIA CUALQUIERA DE ESTA ¿VIDA?

Eran tres hermanas de avanzada edad. Habían sido cuatro, pero la segunda murió de cáncer unos años antes, por fortuna en casa y en los brazos de la Hermana Mayor.
La Hermana Pequeña vivía, desde hace muchos años, en los Estados Unidos, y venía a España más o menos una vez al año. Para estas visitas, tenía un piso propio en España. Dió llaves a la Hermana Segunda, para que se diera una vuelta por el piso de vez en cuando, por si hacía falta algo, por si había pasado algo, por la posible correspondencia... No dejaba de ser un piso vacío, pero amueblado, despensa llena, ropa en los armarios, tele, y todas esas cosas.
Una mañana cualquiera Hermana Segunda decidió que tenía tiempo para hacer la visita de control. Pudo abrir la puerta de la calle, pero al llegar al piso, quedó estupefacta al comprobar que la cerradura era otra, diferente a la de siempre. Cogió el móvil y llamó a la policía. La policía acudió y recomendó llamar a un cerrajero. Se volvieron a cambiar las cerraduras y entraron en el piso. Su aspecto era sucio y desordenado, con claras pruebas de que allí vivía alguien, concretamente tres personas, pues a la única cama de la Hermana Pequeña propietaria del piso, se había añadido una cama de matrimonio que Hermana Segunda no reconoció.
La policía le recomendó a ésta que se quedase encerrada dentro del piso, y que en cuanto tuviera pruebas (ruidos, etc.) de que alguien entraba en el piso, los llamara, haciendo mucho ruido, que ellos acudirían inmediatamente.
Hermana Segunda se quedó sola en aquella desolación. En toda la tarde intentó entrar nadie. Se dió cuenta de que habían utilizado ropa de cama de su hermana, ropa de los armarios, de que la lavadora estaba rota... Comenzó a telefonear a gente amiga, para hablar, para tranquilizarse un poco. Un amigo con el que habló se presentó enseguida para hacerle compañía y ayudarla en lo que pudiera. Decidieron empaquetar todo lo que no fuese de la dueña del piso, su hermana, y sacarlo al descansillo para que los okupas pudieran llevárselo. De vez en cuando hablaba con la Hermana Mayor, que estaba muy nerviosa y no podía acudir por el andador.
Por la noche, Hermana Segunda, agotada y nerviosa decidió ir a su casa a ver si podía dormir y tranquilizarse.
A la mañana siguiente, Hermana Mayor terminaba de desayunar e iba a coger el móvil por si había novedades, y el timbre de su casa sonó insistentemente. Abrió la puerta y Hermana Segunda, con un llanto desconocido, se le derrumbó en los brazos
--Pero, hermana...¿Qué pasa, por favor?
--Primero dame un Efferalgan, que casi no puedo hablar...
--Lo busco, túmbate en el sofá
Ingerida la medicina, y un poco más tranquila, Hermana Segunda le contó a Hermana Mayor:
--Ya sé quién ha sido.. Sé quién ha sido el okupa de la casa de nuestra hermana.
Hermana Mayor se tuvo que sentar:
--Pero, qué horror... qué me dices... como puede ser... ¿la policía?
Hermana Segunda negó con la cabeza, los ojos nuevamente llenos de lágrimas:
--J, ha sido J...
--¡¡J!! y ¿cómo lo sabes?
--¡Me ha llamado él!! Me ha llamado él esta mañana, llorando y pidiéndome perdón, que no sabe cómo lo ha hecho, que estos amigos no tenían donde ir... Que los 2500 $ que había en el piso los devolverá él... ¡¡Oh, hermana, y ayer estuvo conmigo allí, toda la tarde, ayudándome a ordenar, a hacer cajas!! Resulta que su madre tenía otras llaves de Hermana Pequeña en su casa, porque siempre han sido amigos de toda confianza...¡¡Qué horror!!
Hermana Mayor, muy seria, la abraza de nuevo y le dice:
- Mira, cariño, ahora me haces el favor de volver a a Policía, contarles todo esto tal como me lo has contado a mí, y poner una denuncia, pero ésta con nombres y apellidos. Lo siento, pero mi perdón llega hasta aquí. Y si no quieres, yo lo haré.
Todas las reacciones:
1

lunes, 13 de enero de 2025

42. UN ELECTRODOMÉSTICO



Cuando yo era pequeña, segunda mitad de los años 40, no había electrodomésticos, pero sí máquinas y personas sustitutivas. Por ejemplo, a la nevera se la llamaba fresquera, y enfriaba las cosas gracias a unos grandes bloques de hielo que unos hombres en tartana traían a mi casa.

La ausencia de la lavadora fue muy importante para mí. Cuando me hacía pis en la cama, o sea casi todos los días. mi madre formaba en fila al servicio delante del lavadero, aquél pedazo de granito sobre el que había que frotar y luego aclara bajo su gran grifo abierto, por supuesto siempre con agua fría. Yo cogía aquella gran sábana blanca mojada, pasaba con ella delante de todos e intentaba, primero, que el jabón de tajo me cupiera en la mano, segundo, restregar bien, y tercero oír la voz llena de pena que se dirigía a mi madre: "Señora, por favor, que ya está. Luisita lo ha hecho bien, terminamos nosotras..."

Imaginad lo que fué para mí la primera lavadora, enorme y redondeada, muy diferente a las actuales. Bueno, y el dejar de hacerme pis, por fín.



41. POEMA CON LAS PALABRAS: DOLOR, RUMOR, HONOR, TEMBLOR

 



Te fuiste, despreciando mi dolor,

dejándome presa de un terrible temblor.

Me encerré en casa,

pero un día me llegó el rumor

de que habías fallecido por un asunto de honor...

y yo no quise saber nada.


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Clase de escritura creativa AFDA. Otoño 2024

40. RELATO CON LAS PALABRAS: BANCO, PLANTA, PROTECCIÓN

 


Lucía está enfadada porque es otoño. Los que la conocen, saben que no le gusta nada el otoño, que a veces lo odia. Pero ese día decidió ir a dar un paseo para ver si así se despejaba un poco. Para animarse, se arregló un poquito y cogió la muleta en lugar del andador. Que nadie diga que no lucha contra sus enfados. En plan friki, se puso un solo pendiente y la gabardina nueva (nueva para ella, vieja para su hermana, que siempre le regala su ropa). Finalmente, para hacer el ritual completo del buen rollo, que suele funcionar, regó su planta, la única de su casa, la que le regaló su gran amigo de Fb (confía en que ésta dure más que las otras).

En la calle había sol, pero muchas nubes. Se sentía contenta y se dirigió hacia la avenida, ancha y soleada, perfecta para caminar, y para sentarse un rato en un banco. En ese momento de optimismo, olvidó que había una subida bastante pronunciada para ella y su muleta.

El funeral fue muy sentido, pero más que eso, atónito y desconcertado. Yo puse sobre la losa la planta de su amigo de Fb. La que nunca crecía pero tampoco se moría. Ellas se protegerán.

lunes, 30 de diciembre de 2024

39. PERDÓN

 El perdón es una virtud importantísima, pero difícil. Hay que tener muchas características "previas" para saber o poder perdonar.

Sabe perdonar la gente generosa, empática, que se ha perdonado a sí misma previamente.

Sabe pedir perdón la persona humilde, comprensiva, que no ha sido consciente de su falta, no sabía que la iba a cometer.

En ambos casos hay que saber muy bien qué es el perdón y hay que haberse perdonado a sí mismo de verdad muchas veces.

Hay que saber que los humanos somos todos iguales. Ni esconderse tras los árboles, ni levantar la cabeza por encima de los demás.

sábado, 28 de diciembre de 2024

38. BAILE

 

Paró la música. En breve, cerraba la discoteca. Luis y Luisa se acercaron a la barra.

--No sabía que bailaras tan bien, Luisa.

--Lo mismo digo, Luis.

--¿Qué quieres tomar?

--Agua.

--¿Cómo, agua? Tómate un cubata, mujer.

--Sí, pero un cubata lleva a otro y se hace muy tarde, demasiado tarde.

--¿Eso tiene alguna segunda lectura?

--Sí, que no me interesas, Luis

Y con el botellín de agua en la mano, ante la cara atónita de Luis, desapareció.

37. CONVERSACIÓN ENTRE EL SOL Y LA LUNA

 

Hay unas pocas horas en el día, que no recuerdo cuáles son, en que el sol y la luna coinciden en el cielo, o sea, que los puedes ver a los dos.

Aquél día en concreto, los dos estaban enrojecidos, como a punto de estallar. Estrella, que era bruja, desde su ventana y con el telescopio nuevo, los oía perfectamente:

--Que te vayas de una vez, ridícula, que ahora me toca a mí.

La luna se reía, porque estaba en cuarto creciente, aunque ya muy pálida:

--Mira el envidioso, que se cree el astro más importante de la galaxia...

--¡Y lo soy! Lo soy, al menos hasta que el cambio climático o cualquier otro desastre venidero cambie todo esto!

--Y tú, tan majestuoso, te crees todas esas bobadas...

(Ella también se las creía, pero no podía quedarse sin decir la última palabra).

El sol con el ceño fruncido, comenzó a soplar, acudieron un tropel de nubarrones y taparon a la luna. También, en unos minutos, taparon al sol, pero se quedó tranquilo. Cuando se fueran las nubes, estaría de nuevo él solo en el firmamento.

36. CONVERSACIÓN TELEFÓNICA

 

Mónica leía tranquilamente en su sillón extensible. De súbito sonó el maldito móvil; (acuérdate de no decir "sí", pensó, con más fastidio todavía)

--Dígame.

--Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar

--Claro, y yo se la mejoraré en dos minutos

--No, pero verá...

Mónica alzó la voz:

--Mire es Vd. la llamada nº trece de hoy, y como el número da mala suerte, le voy a bloquear ahora mismo.

Colgó, resopló, miró por la ventana y luego siguió leyendo, menos tranquila, pensando en este mundo absurdo en que vivimos


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Curso de escritura AFDA. (Sin fecha)



35. CONVERSACIÓN ENTRE UN ÁRBOL Y UN PÁJARO

El árbol se quejaba por sostener entre sus ramas el nido del pájaro sin recibir recompensa, y el pájaro le contestó:

--Querido amigo, no te quejes, pues procuré construirlo en las partes duras, no en la rama fina, sino en sus principios, que suelen ser de madera.

El árbol se soliviantó:

--Pero no dejas de ser un intruso en mi organismo... !fuera!

El pájaro gorjeó, como riéndose:

--Pero qué egoísta... sabes que no te peso apenas nada, y sabes también que la naturaleza...

El árbol, con rabia, agitó fuertemente sus ramas, tratando de que el pequeño nido cayera al suelo:

--¡No me importa nada de lo que digas! ¡¡Fuera!!

Y por fin, el pequeño nido cayó al suelo. El pájaro acudió rápido a ver si había sufrido muchos desperfectos. Luego miró serenamente hacia el árbol:

--Sólo tengo una ventaja sobre tí: yo puedo volar.

Y majestuosamente echó a volar hacia el infinito.


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Curso Escritura AFDA, novbre. 2004

sábado, 16 de noviembre de 2024

34. A TRAVÉS DEL ESPEJO. 2.

 



Estaba dormida, y no se dio cuenta. Pero cuando despertó, quiso levantarse y caminar, y no podía. Alrededor de la cama había un muro invisible y poderoso, como un cristal, que no la dejaba llegar a su vida conocida.

Miró a su alrededor y, para su sorpresa, el panorama visible tampoco le era desconocido. Se sentó en el suelo para observar pacientemente, ya que no podía hacer otra cosa.

Y se fue dando cuenta de que, al otro lado del espejo, estaba todo lo que ella había querido siempre olvidar:

Las terribles peleas entre ella y su hermana, que las dejaban exhaustas,

Cuando ella acusaba de algo a las tatas, y mamá les echaba grandes broncas y, por la noche, ella las oía llorar en su cuarto. Con gran culpa, como siempre, eso sí.

Aquella terrible tarde en que dejó al otro lado de la puerta a su abuela, haciendo como que no estaba en casa. La abuelita era coja, no podía andar sola. No había móviles aún. El recuerdo de lo que haría su abuela aún la persigue. Pero lo que más la impresiona es que, al día siguiente, era como si no hubiese pasado nada. La abuelita estaba en su casa. Nadie dijo nada nunca.

Al otro lado del espejo sólo se veía lo ocurrido en aquellos momentos. Con el sufrimiento que le habían causado toda su vida.

¿Por qué existen los otros lados del espejo?


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Curso de escritura AFDA (4/11/2024) 

33. CUANDO ME LIBERO

 


¿Que cuándo me libero? Lo lamento, pero esta frase para mí ya no tiene sentido, tengo muchos años.

Con la edad vas comprendiendo que la palabra "liberación" es propia de la juventud, de la gente a la que le queda todavía mucho por vivir, por experimentar.

Yo creo que nadie se libera de nada, pero sí se puede aprender a comprender, a tolerar, a vivir con todo, a que todo, lo bueno y lo malo, forma parte de tí. Aprendes a aceptarlo y a vivir tratando de potenciar lo bueno, aprender a manejar lo menos bueno, y vivir el día, las horas que pasan lentas, pacientemente y de la mejor manera posible. 


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Curso de Escritura AFDA. Otoño 2004.

32. LO QUE MÁS SE ECHA EN FALTA



En su infancia, su madre apenas la tocó, ni siquiera la peinó o la ayudó a ducharse. De bebé, tenía lo que se llamaba amas de cría, porque su madre no le podía dar el pecho. Y las amas también se encargaban de ella en todo lo demás: vestirla, cambiarla, bañarla, echarla a dormir, casi siempre con un contacto frío e impersonal.

  Luego, cuando creció, si se le ocurría ir a darle un beso a su madre, ésta ladeaba la cara y ofrecía una seria y fría mejilla. Por ejemplo, nunca pensó en echarle los brazos al cuello. Creo que éste fue el origen de su rechazo a que la tocaran. Rehuía el contacto físico. Sólo la tata Valentina podía hacerle las trenzas, puede que sus anchas manos le transmitieran cariño y paz. Luego, a los hermanos que fueron llegando les dejó claro que no le gustaba que la tocaran. Y claro quedó. Lo malo es que dura hasta hoy.

En sus tiempos de colegio, las monjas enseñaban esa misma actitud, "no se toquen", "niñas, sepárense vds.", y sólo eso le facilitó un poco la dura estancia.

Ni siquiera daba la mano a la hora de saludar a alguien, su padre la tenía que ayudar. Ahora comprendo que tuviese fama de dura y huraña, de orgullosa.

Más tarde, una noche llegó el agujero negro de su vida, la violación. No se lo dijo absolutamente a nadie, guardándose el horror dentro de sí. Y, curiosamente, con aquella herida eterna, a ella que es la persona más rara que he conocido, le fue naciendo el interés por el contacto físico. Se fué volviendo afectiva, cariñosa. Las personas que la conocían bien se asombraron un poco, pero quisieron comprender que se estaba haciendo una "persona normal".

Ahora, en su vejez, ella suspira por un beso de cariño, un apretón de manos, el cogerse la mano en medio de una conversación emocionante, un abrazo verdadero, un pasar el brazo por los hombros, una caricia cariñosa. En fin... todos los gestos de cariño, del contacto afectivo.

Es lo que más echa en falta, en la última etapa de su vida.


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Curso de Escritura Creativa AFDA. Otoño 2024.

sábado, 19 de octubre de 2024

31. MI OBJETO MAS VALIOSO

 


No tengo objeto valioso. 

Si habláramos de personas, sí, claro:

Mis hijos.

Mis nietos

Mis amigos.

Los mendigos a los que siempre doy algo con cariño, porque me recuerdan que la vida puede cambiar en un segundo.

Pero, ¿objetos? 

¿y qué tienen que ver los objetos con las estrellas, los planetas, los árboles, el horizonte, la muerte?..


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(CURSO ESCRITURA AFDA. 30/09/24)

30. DANUBIO AZUL

 En aquella época, 50-60s, muchos veraneábamos en el Balneario de Panticosa, una de las bellezas del Pirineo aragonés. La vida no me ha dejado volver más, pero lo recuerdo a menudo. Aquellas cumbres nevadas, el precioso lago, quieto, frío y cristalino, el mirador, el ambiente novecentista y elegante de sus edificios, sobre todo el Casino y el Gran Hotel. 

En ellos, un maravilloso trío de hombres mayores al piano, violín y violonchelo, tocaban valses y tangos, trozos de ópera, sonatas de Chopin; el tipo de música que permitiese conversar (bajito, por supuesto, no como ahora). Lo hacían en las comidas (y creo que cenas, no recuerdo bien). Si hacía buena noche, también tocaban en la terraza del casino. Y si no, en las salas del interior, música diferente, más animada, que permitiese bailar.

Cuando aquella familia comenzó a pasar los veranos en el Balneario, ya sin mamá, Violeta tenía 12 años y le daba vergüenza todo. Por ejemplo, había en su pandilla chicos atrevidos a los que les gustaba bailar, y a ella le daba terror pensarlo. 

Un verano de ingrato recuerdo, a Violeta le llegó la regla por primera vez en el Balneario. Menos mal que las camareras del hotel eran encantadoras y le contaron y explicaron. A papá, cuando fue a explicarle, casi le dio un infarto.

El problema, o no sé coḿo llamarlo, fue que al día siguiente, había baile en el Casino, y Violeta ya bailaba, sobre todo con Manolo, que le gustaba a papá porque era el hijo mayor de su mejor amigo. Así que Violeta no podía ni insinuar el no ir esa noche al baile.

Trató de tranquilizarse, una camarera muy simpática la maquilló un poquito, se puso una enagua y dos bragas debajo del vestido largo. (En el Balneario, en aquellos lejanos tiempos, íbamos muy elegantes). Creyó que así protegía bien aquella enorme y maldita compresa de tela.

Llegaron todos, los padres se sitúan en la zona del bar del casino y comienzan a animar a sus ruborizados hijos. El trío llamado orquesta, como siempre, atacó el Danubio azul. Manolo, como un rayo, se acercó a Violeta y la cogió de la mano. Empezó a atacar los dos pasos y vuelta, dos pasos y vuelta, cada vez más deprisa, agarrándole fuerte la cintura. Lily casi volaba.

De pronto, la gente empezó a rumorear. Por el suelo también bailaba el Danubio azul una compresa de aquellas de tela. No diré de qué color.

Violeta ya no volvió más al Balneario.


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CURSO DE ESCRITURA AFDA. (30/09/24)

29. LA LLUVIA Y YO

Desde que me declararon discapacitada física, la lluvia significa para mí:

No poder salir a la calle, por

-Miedo a que el andador resbale. O yo misma, el andador no pesa.

-No puedo llevar paraguas, porque tengo las manos ocupadas

-En definitiva, otro día sola.


Pero he aprendido que:

- con un gorro impermeable que me he comprado, no me mojo la cabeza (aunque esté horrible)

-si la lluvia es fuerte, me guarezco en cualquier sitio, salvo debajo de un toldo grande. El otro día aprendí que los toldos grandes se van llenando de agua y pueden rajarse y ducharte. Pero siempre hay una esquina o un portal por ahí...

Así que, también puedo salir a la calle en un día de lluvia, siempre que sea una lluvia suave.


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CURSO DE ESCRITURA AFDA. (no hay fecha)

jueves, 26 de septiembre de 2024

28. OTOÑO TRISTE

 



Hace mucho tiempo, una noche de noviembre yo no podía dormirme porque la radio de los vecinos iba a tope y en mi habitación vagaba una luz amarillenta desconocida.

Por fin me dormí, pero como agitada. Empezaron mis típicos sueños realistas y coloreados, que de pequeña podía continuarlos a la noche siguiente, si me habían gustado. Esa fue una época bonita.

Pero la de la noche que os hablo, no lo fue. Fue espantosa. Soñé que mi madre se moría y no podía salir del sueño. Por fin, sobre las siete de la mañana, me desperté sudorosa, con hipo, descentrada.

Fui a la cocina a preguntarle a Laurita si mamá se había despertado ya. Laurita se puso seria, algo poco habitual en ella: --No lo sé, Luisita, pero ha tenido una noche muy mala. Ya sabes que este embarazo está siendo difícil. Anda, vuelve a la cama y duerme un ratito más.

Pero me eché a correr al cuarto de mis padres. Mamá, cuando esperaba otro hermanito más, a veces dormía sola, y papá en el cuarto de huéspedes. Abrí despacito, y sí, ahí estaba ella, que me sonrió extrañada:

--Pero, ¿tú qué haces aquí a estas horas?

Se me saltaron las lágrimas, y ella abrió las sábanas, alargándome la mano: --Anda, ven. Y me precipité a su lado, intentando abrazarla, comprobar que estaba viva. Laurita, sofocada, apareció en la puerta: --Señora, yo... Mi madre le contestó: --No se preocupe, Laura, y tráiganos un buen desayuno para las dos. 

Yo, ilusionada, le pregunté: --¿y eso de soñar...? Me pasó el brazo por los hombros y me dijo: --Los sueños no son la realidad. Ahora vamos a desayunar, que te han puesto chocolate.

Me levanté encantada y fue un día relativamente tranquilo, pero largo y raro. La extraña luz amarilla seguía vagando por la casa. Mamá había permanecido en la cama todo el día, y casi no nos habían dejado entrar a verla y darle un beso.

Por la noche, al acostarme, no sonaba ninguna radio, menos mal. Conseguí dormirme enseguida. Pero en la madrugada, más o menos, me despertaron de golpe gritos y llantos en la cocina. Me levanté y corrí: Laura y Conchita lloraban a lágrima viva. Fui a ver a mamá ¡y no estaba! Papá, tampoco, la habitación también vacía. Aquél color amarillo.

Volví a la cocina y me gritaron: -- ¡A la cama ahora mismo! !Eres una impertinente! ya verás cuando venga tu padre...

Comprendí de inmediato: (¿tu padre?) Me salió una voz rarísima:

--Es mamá, ¿verdad? Decídmelo, se ha muerto

Y me abrazaron y estrujaron las dos.

Han pasado 68 años y desde entonces odio los otoños.


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Curso escritura AFDA. 23 sept. 2004

sábado, 14 de septiembre de 2024

27bis. LO QUE NUNCA ME PONDRÍA

 


Nunca me pondría un sombrero, porque mi madre siempre, siempre llevaba sombrero, y no me dejaba tocarle el pelo.


Tampoco me pondría un bikini.En realidad, soy muy antigua, y en la época más feliz de mi vida llevábamos bañadores con faldita.


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Curso de escritura creativa AFDA. septiembre 2024

27. LA ROPA Y YO




No tengo una prenda de ropa favorita. Toda la ropa del mundo me ha dirigido la vida siempre, para lo bueno y para lo malo. Adoro la ropa. Toda.

Buenos, podemos hacer la excepción del gran mantel de encaje antiguo de mi abuela, que heredé de mi madre en un paquete antiguo de celofán sin abrir, porque ella, con lo que era, no se había atrevido nunca a usarlo. Y ahora lo he puesto en la mesa del salón de mi piso nuevo y me emociono cada vez que lo veo.

Por qué esa manía de preservar las cosas de casa, de no usarlas, de guardarlas en la oscuridad de los altillos, de los cajones? Aparte de poder tener el horrible síndrome de Diógenes, es no saber disfrutar de la vida. En mi opinión, claro.

Si nos referimos a la ropa de vestir, es mi perdición. Soy de esas mujeres que tienen que salir a la calle perfectas, que estar en casa perfectas. Conforme a su estilo personal, claro. Recuerdo mis 14-16 años, estaba enamorada de todo lo francés (y sigo) y llevaba medias negras tupidas y faldas de vuelo floreadas, con un jersey negro de cuello alto, al estilo de Juliette Greco. Y era superfeliz.

Luego empezaron los problemas porque yo quería todo lo que me gustaba, que era mucho, buscando como una loca mi propio estilo, y cuando veía a mi padre predispuesto, decía: --He visto un jersey maravilloso en Carrión, pero creo que era un poco caro... Mi padre siempre me interrumpía igual:

--De dinero no se habla, es de mala educación. Que lo manden a mi cuenta y ya está.

Y justo así comenzaron todos los graves problemas que la ropa ha causado en mi vida. Aunque no os lo creáis. Pero esa es otra historia.



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Curso de escritura creativa AFDA Aragón. Septiembre 2024.

martes, 3 de septiembre de 2024

26. ESO JAMÁS LO DUDES

 


--Eso jamás lo dudes, me dijo muy seria y a la vez alterada mi amiga Mariví, como enfadada conmigo, cuando normalmente iba de dulce y conciliadora.

Pero ese día, nunca se sabe cuándo ni cómo ocurren las cosas, me alteró por dentro y le contesté:

--Mira guapa, esa frase es de las que nunca se pueden decir, ¿quién eres tú para ordenarme a mí que dude o no dude de algo? La duda forma parte del ser humano, te diría que del universo, ha sido origen de guerras y desengaños... sobre todo, es de muy mala educación hablar así a los demás, ordenando.

La pobre estaba estupefacta.

--Pero yo no creía... no sabía que era tan importante decirte que no dudaras de que mi Antonio me adora.

En ese momento sonó mi móvil dentro del bolso. Metí la mano y lo apagué. Era Antonio, para quedar luego.


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Curso escritura creativa AFDA (agosto 2024)